Día 1 - Pisando fuerte
Aquí comienza la serie de blogs sobre la peregrinación a Roma de este verano. Día a día, iremos retrazando nuestro itinerario, con la sana intención de paliar la morriña de que se haya terminado, recordar todo lo vivido y sacarle el mejor provecho posible. Además de los monólogos del cura, lo que hace esta experiencia interesante es compartir recuerdos, puntos de vista, mantener el contacto, etc. O sea que vuestros comentarios cuentan al menos tanto como el blog. Empezamos.
Día 1:
Salida: Cristo Rey (Pozuelo)
Llegada: Caldes de Montbui (Hermanas cooperatrices o cooperadoras)
Escala: Zaragoza (Misa y comida)
Ya de mañana, la salida de la Casa Cristo Rey nos anticipó tres grandes constantes del viaje:
1) nunca estaríamos todos a la hora indicada -y muchos menos los curas, claro...-
2) siempre habría que resolver pequeños desajustes de última hora, y
3) absolutamente en todo caso la Providencia -gran palabra clave del viaje- iba a lucirse para que al final todo fuera mejor de lo previsto.
Así, la salida de Pozuelo, la llegada a Zaragoza -espléndida misa ante la Madre del Señor con monseñor Yanes-, la sombreada comida a orillas del Ebro en medio del horno maño que nos rodeaba y la espectacular llegada a Caldas.
En las retinas de todos, las imágenes tremendas del autobús encallado en un cambio de rasante imposible -primer milagro del padre Enrique conseguir que saliera-.
En los corazones, la cálida acogida de las Hermanas Cooperatrices en Caldas, en cuyo comedor tuvimos la primera de una larga serie de inolvidables cenas en familia.
Al día siguiente nos esperaba Gaudí, pero el Señor nos reservó antes una estupenda vela de oración ante el Santísmo, ante quien cada noche pediríamos que hiciera permanentes los recuerdos y emociones que Él mismo despertaba en nosotros al hilo del viaje.
Día 1:
Salida: Cristo Rey (Pozuelo)
Llegada: Caldes de Montbui (Hermanas cooperatrices o cooperadoras)
Escala: Zaragoza (Misa y comida)
Ya de mañana, la salida de la Casa Cristo Rey nos anticipó tres grandes constantes del viaje:
1) nunca estaríamos todos a la hora indicada -y muchos menos los curas, claro...-
2) siempre habría que resolver pequeños desajustes de última hora, y
3) absolutamente en todo caso la Providencia -gran palabra clave del viaje- iba a lucirse para que al final todo fuera mejor de lo previsto.
Así, la salida de Pozuelo, la llegada a Zaragoza -espléndida misa ante la Madre del Señor con monseñor Yanes-, la sombreada comida a orillas del Ebro en medio del horno maño que nos rodeaba y la espectacular llegada a Caldas.
En los corazones, la cálida acogida de las Hermanas Cooperatrices en Caldas, en cuyo comedor tuvimos la primera de una larga serie de inolvidables cenas en familia.
Al día siguiente nos esperaba Gaudí, pero el Señor nos reservó antes una estupenda vela de oración ante el Santísmo, ante quien cada noche pediríamos que hiciera permanentes los recuerdos y emociones que Él mismo despertaba en nosotros al hilo del viaje.
¿Qué te gustó más de ese día? ¿Cuál fue tu primera impresión del viaje (ambiente, organización, contenido...)? ¿Y de la gente a la que conociste (vale dar nombres ;) )?